La tendencia del crowdsourcing impulsada por la Web
2.0 consiste en externalizar tareas gracias a la colaboración de comunidades
masivas de voluntarios, expertos o no en la materia, con lo que se consigue
obtener resultados en un menor período de tiempo, reduciendo costes y
esfuerzos. Este método es aplicado en el desarrollo de Linux, compañía en la que una gran comunidad de usuarios contribuye a
mejorar los programas de software libre a los que ellos mismos acceden de modo
gratuito.
Este mismo método se aplica a proyectos como la Wikipedia, bien
conocida por todos, que ha sido elaborada a partir de la colaboración de miles
de voluntarios en todo el mundo.
La cuestión que nos gustaría plantear es hasta qué punto es posible
aplicar el crowdsourcing a la elaboración de diccionarios.
Es cierto que los diccionarios actuales conllevan una tarea de trabajo colaborativo entre diferentes
lexicógrafos que elaboran el contenido a partir de su propio conocimiento
lingüístico y de la comparación de diferentes corpus. Pero ¿qué ocurre cuando
ese marco de colaboración se amplía para dar entrada a toda una comunidad de
hablantes que contribuyen a ampliar estas herramientas?
El Open Dictionary de MacMillan o el Collins
Dictionary son una muestra de la aplicación de
este método que evidencia un gran enriquecimiento en lo que se refiere a
neologismos, palabras técnicas o variedades regionales. Existen diferentes
modelos a la hora de aplicar el crowdsourcing; mientras que en algunos
diccionarios como Wordreference
se trata de foros paralelos en los que los usuarios opinan sobre el uso de
determinados términos, hay otros casos, como Your
Dictionary o el Urban
Dictionary en los que dichas contribuciones
pasan a formar parte del propio cuerpo del diccionario.
Estamos de acuerdo en que, de algún modo, todos somos “expertos” en
nuestra propia lengua y podemos contribuir, aplicando nuestros criterios
lingüísticos, a describir la aparición de nuevos términos o nuevos usos. Sin
embargo, la “democratización” a la que se llega en algunos casos mediante el crowdsourcing
puede llegar a exceder los límites de lo que siempre se ha entendido por
diccionario, una obra cuyo objetivo es el de ser una referencia en materia
lexicográfica y en la que la información debe estar perfectamente organizada y
estructurada.
La lengua varía constantemente para reflejar los cambios de nuestra
sociedad. Esta realidad ha de tenerse en cuenta a la hora de revisar y ampliar
los diccionarios. La accesibilidad y flexibilidad que ofrecen las versiones
online facilitan esta tarea de edición como ya mencionamos anteriormente en
nuestro blog. Esto nos lleva al planteamiento de incorporar en el Diccionario
de colocaciones del español una sección
complementaria en la que los usuarios del DiCE puedan contribuir con entradas y
comentarios sobre el uso de las colocaciones que ya están incluidas en él o
sobre otras que debamos incorporar, una vez que hayan sido correctamente
filtradas y revisadas por los lexicógrafos que elaboran la herramienta. Se trataría
de una fuente de información que podría contribuir notablemente a su enriquecimiento.
Nos parece una buena idea empezar a aplicar el crowdsourcing proponiéndoos un reto: ¿cuál creéis que sería una traducción
adecuada para este término en español?